
El edificio de las Reales Atarazanas de Barcelona comenzó a construirse en el siglo XIII bajo la monarquía catalano-aragonesa.
La estructura formal a base de naves lineales construidas con líneas de arcadas de piedra tanto en sentido longitudinal como transversal que se contrarrestan entre sí, ha dado lugar a un vasto edificio caracterizado por el espacio isótropo del interior. Los principios arquitectónicos formales son tan potentes que siguieron inalterados y marcaron la pauta en las diversas ampliaciones del edificio dando lugar a la construcción del gótico civil más grande de Europa. Fue declarado Monumento Nacional y hoy día alberga el Museo Marítimo de Catalunya.
Antes de la redacción del proyecto de reforma y restauración del conjunto arquitectónico de las Atarazanas se llevaron a cabo investigaciones arqueológicas que permitieron profundizar en el conocimiento de las diferentes construcciones. Así, el proyecto ha contemplado todos aquellos aspectos relacionados con la restauración propiamente dicha, con la puesta en valor de lo construido, con la adecuación de los espacios interiores y exteriores y con la museología.
El proyecto de reforma y rehabilitación se ha llevado a cabo desde el 1984 en distintas fases debido a las dimensiones del edificio y la complejidad de la actuación:
Fase 1: En la primera fase de actuación (1992) se rehabilitó el edificio del Marqués de Comillas para alojar exposiciones temporales y las áreas de administración y biblioteca.
Fase 2: Posteriormente se restauró la gran fachada principal que da al Puerto de Barcelona para recuperar la imagen de los grandes arcos de piedra que configuran las naves. Las tres naves anexas de la Sala Capmany se rehabilitaron para dar cabida a la exposición permanente del Museo Marítimo. La zona contigua a los jardines de acceso acoge el restaurante y la tienda.
Fase 3: La tercera fase de actuación dio forma al acceso al museo por los jardines del Rey. Se construyeron dependencias administrativas, salas de reuniones y un auditorio en el Edificio Pere IV.
Fase 4: Las casas del Gobernador y del Portero acogerán, tras la restauración, los laboratorios de investigación y restauración de piezas navales.
Fase 5: La última y definitiva fase de restauración es la de las Grandes Naves góticas en las que se encuentra la mayor parte de la exposición permanente.
Esta intervención, a lo largo de los años, ha requerido de unas pautas que ayudase a realizar el proyecto, sin que cada parte se resolviera de forma independiente. Es decir, era necesario tener unos puntos comunes que dieran unidad a la restauración.
1. Tangencia: entendida desde dos puntos de vista, tanto en los cerramientos exteriores como en la estructura.
2. Transparencia: La transparencia ha sido la herramienta de diseño que ha permitido revalorizar el espacio isótropo de las naves, se ha desplazado a zonas periféricas los servicios de restauración de objetos, maquetas, barcos y los almacenes. Las estancias nuevas se han realizado como si fueran mobiliario, como grandes cajas de madera dentro del gran espacio. Los nuevos cerramientos de fachada se han realizado en vidrio con carpintería de perfiles de acero pintado de oxiron, al igual que los cerramientos que separan zonas de usos diferentes, como la biblioteca y el doble espacio del hall.
3. Economía de materiales: El uso de prácticamente solo cuatro materiales: El pavimento de hormigón continuo; acabado de prodema en todo el programa que necesita ser un volumen cerrado; perfilería metálica de acero pintada oxiron en las fachadas y elementos ligeros; y el enyesado y pintado de las divisorias de obra tangentes siempre a los arcos.
4. Ocultación de las instalaciones: Esta estrategia se resuelve mediante rasas y galerías subterráneas por donde pasan las instalaciones para mantener el espacio isótropo y que no se vea alterado por las instalaciones de confort y necesarias para el buen funcionamiento de un museo. Se colocan registros al costado de cada pilar de piedra, para garantizar la flexibilidad que un espacio como este requiere.
El proyecto también recupera las murallas medievales, el baluarte, los jardines, la cubierta. La restauración del muro de cerramiento ha consistido en la consolidación del propio muro para no estropear la pátina de los años. Todos los detalles de restauración de la cubierta han buscado la adecuación climática necesaria en un edificio público en la actualidad, incorporando aislamiento térmico en forma de sándwich cerámico; evitando que la humedad pudra las vigas de madera al apoyarlas sobre una chapa metálica colocada sobre los modillones en vez de encastarlas en la piedra.